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viernes, 2 de marzo de 2007

Romance de Barranquilla


Porque nació frente al alba y en el sitio de la brisa, le dieron un nombre claro de flor o de lluvia fina. Un nombre para decirlo en medio de la sonrisa, enamorados los ojos y el corazón: ¡Barranquilla! Porque nació frente al alba ¡y el alba es buena madrina! Con lino de sol y sombra tejieron años los días y una mañana sin nubes despertó moza la niña. Con los cabellos al viento, la dulce piel encendida, y el andar sin descanso tal aire de gallardía que el alma de las palmeras arrodillóse vencida... Porque nació frente al alba ¡y el alba es buena madrina! Breves jazmines alados --casi de luz detenida-- crecen con gracia delgada cuando sus pasos atisban... La tarde cuida su gozo, la noche su sueño cuida, y ella se viste con seda de flores amanecidas sobre la cumbre del árbol tan solo para vestirla... Seda dorada del roble con hebras de melodía, seda de la acacia roja, seda de las campanillas que tienen fugaz el aire y como el aire palpitan... Rodea sus altas sienes un vuelo de golondrinas y abre jacintos de oro su diestra mano clarísima. Porque nació frente al alba ¡Y el alba es buena madrina! El mar de gritos azules, el mar del habla encendida, le trae canciones remotas y barcas de otras orillas. El río, tenaz viajero, con largo asombro la mira, y le regala blancura de garzas estremecidas que suben a la comarca donde la estrella se inicia. Y el viento pirata, el viento de clara estirpe marina, le ciñe el talle redondo con brazos de lejanía, ¡y se la lleva consigo donde la tierra limita con el batir de campanas de la triunfal alegría! Porque nació frente al alba, y porque el alba madrina, le dio aquel nombre que pide, para decirlo, sonrisa... El nombre que puede ser de flor o de lluvia fina, y que también lleva el Ángel de júbilo: ¡Barranquilla!

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